La velocidad lectora en niños es un aspecto fundamental para un buen
aprendizaje. Medir cuántas palabras por minuto leen en primaria ayuda a
conocer si su desarrollo lector es adecuado.
Pero no debemos olvidar algo importante: leer rápido no siempre significa
comprender mejor. Es preciso equilibrar ritmo y comprensión.
“¿Qué es la velocidad lectora y por qué importa?
La velocidad lectora es el número de palabras que un niño puede leer en voz
alta por minuto, de forma precisa y con sentido. Está relacionada con la
fluidez lectora”
Incluye:
– Precisión: leer correctamente las palabras.
– Velocidad: mantener un ritmo adecuado sin pausas excesivas.
– Expresión: entonar y dar vida al texto.
Cuando un niño lee demasiado lento, invierte gran parte de su esfuerzo en
descifrar las letras, y eso afecta a la comprensión lectora.
Cada niño tiene su propio ritmo. Lo fundamental es acompañar el proceso y
observar si existe un progreso constante.
¿Qué pasa si un niño lee más lento de lo esperado?
Si la velocidad lectora está por debajo de lo esperado, puede deberse a:
– Dificultades en la decodificación de palabras.
– Confusión de letras o sílabas (p/b, d/q, ll/y).
– Problemas de atención y concentración.
– Inseguridad al leer en voz alta.
Esto no significa automáticamente que exista dislexia u otro trastorno. Pero
sí conviene reforzar la práctica en casa y, si persiste, consultar con un
especialista.
Estrategias para mejorar la velocidad lectora en casa
La buena noticia es que la velocidad lectora se entrena. Aquí tienes algunas
ideas sencillas y efectivas:
– Lecturas cronometradas como juego (sin presionar).
– Relecturas de textos conocidos para ganar fluidez y seguridad.
– Lectura compartida: alternar frases o párrafos entre adulto y niño.
– Poesías, adivinanzas y trabalenguas, que aportan ritmo.
– Variedad de textos: cuentos, cómics, instrucciones de juegos o recetas.
Velocidad vs. comprensión: ¿qué es más importante?
“Un error frecuente es centrarse solo en la rapidez. Un niño puede leer
rápido, pero sin comprender el contenido.”
Por eso, la meta debe ser lograr un equilibrio entre:
– Velocidad lectora adecuada.
– Comprensión profunda del texto.
Ambos aspectos son inseparables y se refuerzan mutuamente.
Cada niño tiene su propio ritmo lector
La velocidad lectora por curso es una guía útil, pero no debe convertirse en
una fuente de presión. Lo esencial es que el niño disfrute de la lectura, gane
confianza y avance poco a poco.
Leer no es competir, es comprender, imaginar y aprender.
Preguntas frecuentes sobre velocidad lectora
¿Qué pasa si mi hijo lee muy rápido pero no entiende?
La comprensión es más importante que la rapidez. Conviene trabajar
preguntas y resúmenes después de leer.
¿Cómo puedo practicar la lectura sin presionar?
Transforma la lectura en un juego, elige textos atractivos y celebra los pequeños avances.